Se acabó la titulitis: ahora buscar trabajo se basa en mostrar tu talento (y para muchos esto es más terrorífico que Pennywise)

Cuando acabé COU (yes, yo soy de esa época pleistocénica) lo único que sabía del mundo laboral era que tenía que escoger una carrera «con salidas». Determinadas licenciaturas – y si encima estaban mejoradas con un máster ya no te cuento – eran como el ticket dorado de Willy Wonka: trabajo seguro.

Podías tardar unas semanas o un mes en que llegara la oferta, pero llegaba seguro, por la ley de la oferta y demanda: la demanda de profesionales con alta cualificación por parte de las empresas y la oferta que salía de las Universidades, estaba (más o menos) equilibrada.

La búsqueda de empleo no era complicada: un CV basicote, avisabas a familia y amigos, mirabas las páginas salmón un par de fines de semana, y zas! Colocada.

Ni personal branding, ni Linkedin, ni elevator pitch, networking, ketogenic ni nading más. Sólo con tu curri te abrían las puertas hasta los porteros de las discotecas.

Fast forward a 2019: un título, máster y buen nivel de inglés ni te diferencian ni te aseguran NADA.

Volvemos a la ley de la oferta y la demanda: ahora toquisqui tiene altísimas cualificaciones, y no hay puestos suficientes en el mercado para que todos seamos Capitán General. Esos títulos ya no te diferencian ni te dan más “puntos”. Ya no tienen “salidas” aseguradas como antes.

Los títulos ya no impresionan a las empresas, la era de la titulitis ha pasado. Ahora la palabra es TALENTO.

Y no, no es una moda, es una evolución obvia basada en las necesidades de las propias empresas.

Y es algo que te afecta directamente, por tanto si sólo fueras a leer una frase de todo este artículo, te pediría que fuera esta: 

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 Si no conoces bien la base de tu talento y no sabes comunicarla a las personas adecuadas, te vas a quedar fuera del mercado

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Y aunque va por todos, voy a dirigirme especialmente a mis compañeras de género porque a las mujeres nos inculcan desde pequeñas ideas que nos perjudican seriamente en el mercado laboral: que si no hay que ponerse medallas, que mantengamos la cabeza baja, que tenemos que hacer más sacrificios, que hay que demostrar el doble, trabajar el doble y cobrar la mitad, que no nos creamos más de lo que somos, y así sucesivamente.

Y así pasa, que constantemente trabajo con maravillosas mujeres profesionales que se han acostumbrado a estar con la cabeza agachada, que no se permiten soñar, que no esperan más de lo que les quieran dar, que temen exigir y en general, que se minusvaloran terriblemente.

Pues señoras: “el fregar se va a acabar”, como decía el anuncio.

Se acabó bajar la cabeza en las reuniones, guardarte tus ideas, callar tus méritos, o conformarte.

El mercado ha tomado el camino del talento, y le da más importancia a las habilidades y competencias personales que a los conocimientos profesionales.

Y esto te afecta mucho y directamente, o sea que toma nota:

 

Primero, tus competencias no pueden estancarse.

No te puedes permitir atascarte en un trabajo N años sin desarrollar nuevas competencias, sin mantenerte actualizada, porque el mercado te penalizará. 

 

Segundo, no puedes esconderte debajo de la mesa.

Llámalo como quieras: marca personal o profesional, pero el resultado es que tienes que ser visible y relevante en el mercado.

Visible significa que debes estar delante de las narices de las empresas que te interesan para que te encuentren. Y relevante significa que debes estar activamente comunicando qué te hace interesante para ellos: qué problemas solucionas y cómo lo haces, qué te diferencia y qué valores te mueven. 

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Esos son tus dragones. Tu poder. Y no puedes encerrarlos en casa, tienes que pasearlos con orgullo delante de las empresas que quieres conquistar. 

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No lo puedes dejar para más adelante, no puedes esperar a “necesitarlo” – porque salvo que seas de ese bendecido 20% de profesionales que dice estar satisfecho con su trabajo, bien motu propio o por “invitación” de la empresa, vas a cerrar la puerta por fuera antes o después, pero si esperas a ese momento, ya será muy tarde – entonces tendrás por delante seis meses, un año o más para conseguir la visibilidad y relevancia que el mercado demanda para tenerte en cuenta.

Believe me: tienes que ponerte las pilas.

Entender quién eres como profesional, qué haces mejor o diferente que los demás; definir qué es lo que aportas a las empresas que más te interesan y saber comunicarlo/transmitirlo en todos los ámbitos es ESENCIAL. 

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Te tienes que hacer ver. Se te tiene que conocer. Ya no valen excusas, porque detrás de las excusas se te están yendo todas las oportunidades.

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Hazme caso.

 

 

P.s.: Búscame en Instagram, comparto muchas más cosas!! @mlcobian

 

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Un comentario

  1. Acá quisiera hacer mi aporte personal.

    Yo creo que la titulitis va a seguir existiendo pero en mucha menor medida. Ya en Argentina dicen que «el secundario es lo mínimo» y casi que no sirve para nada. El logro es tener un título universitario/terciario.

    Pero por otro lado, creo que es algo de sentido común que tuvo que hacer empezado desde hace 50 años como mínimo. Y es esto de «ser feliz».

    Porque hace tantas décadas, o siglos, si no aportas a una empresa, ¿de qué le sirves? Antes, seguramente los jefes o dueños pensaban en su mente: «no lo queremos despedir porque tiene título en…». Pero si hubiesen podido, lo echaban.

    Yo creo que tenemos que estar agradecidos de vivir en esta época donde lo que importa es el valor real que aportamos a las organizaciones y el valor que ellas nos dan a nosotros. Se trata de sentirse realizados con nuestra labor!

    Yo conocí a ML por estar insatisfecho en mi trabajo, para resumirlo. Y gracias a esa desgracia/tragedia que es mi profesión actual, no guardo NADA del pensamiento lineal que tenía antes.

    Y lo más curioso de todo es que toda la vida lo supe, toda la vida lo supimos, pero nos hicimos los tontos porque el mercado no lo exigía.
    A ver, desde que me abrí una cuenta en LinkedIn (aún estoy aprendiendo a usarlo y me cuesta bastante), descubrí una cantidad de personas y de empresas que hacen un trabajo alucinante. Tal vez entro en contacto y descubro que es lo típico que brilla pero no es oro. Pero es como abrirte una ventana al mundo y que también te permitas dar a conocer. Por ejemplo, yo publiqué algo que podría hacer cualquier pibe de 12-14 años, ponés un hashtag y te puede encontrar cualquier persona del planeta!! Es increíble, pero lo cierto es que no todas esas personas te van a contratar. Es como tener un blog. Y eso que ahora nos resulta tan común, hace sólo 20 años era totalmente impensado. Por eso Internet es algo revolucionario para mí.

    Para los que estamos en el arduo camino de la reinvención, es todo un dilema. Yo entendí que casi desde que tengo uso de razón me estoy preparando para trabajar de lo que me apasiona. Fíjate que no puedo soportar más de media hora buscando información acerca de mi trabajo actual, es algo que me abruma, me aburre… Me dan ganas de ir corriendo al blog de ML (lo ha logrado). Entonces lo que trato de hacer es aprender nuevas habilidades o cerciorarme cada vez más de qué es lo que quiero discontinuar. Tú puedes hacer lo mismo: «estoy harto/a de…». Bueno, basta, ya no puedes seguir desperdiciando tu tiempo. No hay que esperar a que mejore por sí solo, o a que voy a aprender a lidiar con esto y será mejor… Mira que yo soy un hueso duro de roer, sigo teniendo esperanzas de que el sol alguna vez salga por el oeste.

    Miren, si algo no va, no va. Sin culpas, sin miedo, buscar la salida, con fuerza y valor. Aunque pasen muchos años, tú ya lo sabes. Tienes que seguir tu esencia, no queda otra. ¿Está claro, no?

    PD: Hablando de evitar la titulitis, el día que posteaste este artículo me inscribí en la carrera Licenciatura en Turismo. Con 15 años de demora, pero no importa. Tengas los años que tengas, vive lo que en verdad eres. Sea lo que sea, no vas a poder impedir que salga tu verdadero yo en algún momento.
    Gracias por leerme.

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