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Algunos lo tienen muy chungo

VIñeta de Brot
Viñeta de Brot

Algunos lo tienen muy chungo, y no me voy a andar con rodeos: por muchas fórmulas y decálogos y directrices y guías y recomendaciones y consejos que os dé, os podéis estar encontrando con un elemento increíblemente bloqueante: que seáis profesionales mediocres.

No estoy acusando a nadie, -¡líbreme el cielo!-, pero haberlos, haylos. “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais”. Esa es la realidad. Toda esa gente que no se compromete con su desempeño, que no le da importancia al orgullo del trabajo bien hecho, que siempre es parte del problema, que es quien primero se queja, critica, encizaña… entiendo que todos esos digan que “esto de la marca personal es una tontería que se han inventado los de RRHH”, “no hay trabajo para nadie”, “internet es una moda, una pérdida de tiempo”, “ni el gobierno ni las empresas me dan lo que merezco”…

La verdad: a la mayoría de esos va a ser muy difícil sacarles de los cinco millones. Porque ahora estamos todos en el escaparate. No se pueden ocultar los defectos. Se nos ven las arrugas. Se nos ve el plumero. Y esta gente, vaya donde vaya, van a terminar siendo parte del problema: lo llevan en el ADN. Son anti-sistema, aunque ellos no lo ven.

Pero luego hay otro tipo de profesional “mediocre”. Es el que, simplemente, no está donde tiene que estar. Es quien domina lo que hace y se ha convertido en pura rutina monótona, algo que en el fondo ni le interesa (o le ha dejado de interesar) ni le motiva (o le ha dejado de motivar) ni le aporta más que una nómina a final de mes. Es el que se ha vuelto un autómata: ha desconectado el cerebro y el corazón de su trabajo. Llega por la mañana, se mimetiza con la mesa y la pantalla, no da ni un buenos días de más y cuando llega la hora de salir, no ha hecho más que restar un día de condena.

Esa persona sabe que es mediocre. Sabe que no está aportando nada a su trabajo ni a la empresa. Sabe que está desaprovechado, frustrado, desmotivado. Está cabreado consigo mismo y con el mundo porque, en realidad, él podría ser un profesional brillante. Pero no se atreve.

Pero cree que necesita ese trabajo alimenticio (no me voy a meter en casos dramáticos en los que realmente uno no se puede permitir dejar un trabajo), prefiere la infelicidad a la incertidumbre. No quiere enfrentarse al mercado, no quiere tener que ponerse a prueba, no quiere arriesgar, no quiere fallar. Y si tiene mucha (mala) suerte, continuará muchos años en ese trabajo y en su velatorio habrá una corona de la empresa que diga “Al empleado mediocre”.

He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz.  ~ Jorge Luis Borges.

Pero en una vida paralela, como en la película Dos vidas en un instante, un buen día la empresa hace un ERE y le despiden. Así es la vida. Y le duele, y no lo entiende, y se cabrea, y se muere de miedo.

Y cuando el pánico y la tragedia pasan, se da cuenta que «si no das un paso adelante, siempre estarás en el mismo sitio«. Y empieza a mirar alrededor. Y se da cuenta que, efectivamente, se pierden muchos empleos… pero también hay muchos que encuentran trabajo.

Y además observa que no todos los que trabajan lo hacen como muertos vivientes: resulta que hay gente que pasa mucho tiempo contenta y satisfecha con su trabajo –todo el tiempo no, eso es una falacia, pero sí se pueden tener más momentos buenos que malos-. Que hay gente que no lo vive como un “mal necesario”, que ha encontrado una ocupación que no le hace tener que ser “otra persona” cuando va a trabajar, no tiene que mantener dos identidades, no cuenta los segundos que quedan para que llegue su hora de salida, no tiene que tomar pastillas para dormir de la ansiedad que le produce su trabajo…

Se da cuenta que ha estado al margen de una nueva situación que desconoce, una nueva forma de ver el trabajo, una nueva manera de relacionarse con la gente y con las empresas, nuevas técnicas para buscar trabajo, nuevas ventanas de posibilidades y opciones que jamás hubiera pensado que eran para él.

Y desempolva sus ilusiones del pasado. Y se da cuenta que hay algo a lo que siempre se ha querido dedicar, algo en lo que es especialmente bueno, y además, algo que la gente está dispuesta a pagar por tener. Y se lamenta del tiempo que ha perdido, se lamenta por no haberse querido más a sí mismo, no haber confiado más, no haberse escuchado más. Y se compromete a currárselo, a pedir ayuda, a echarle las horas que sean necesarias para poder en adelante dedicarse a trabajar en proyectos que saquen lo mejor de sí mismo en vez de lo peor.

Y se promete que, en su velatorio, la corona dirá “No comprometió su felicidad por el miedo. Vivió su vida plenamente y nos llenó a todos de orgullo”.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado…

 

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30 comentarios

  1. Fantástico, me ha encantado. Por desgracia, haciendo un análisis de mi entorno y extrapolando, creo que hay muchísimos empleados zombies. Ojalá este momento de cambios profundos que estamos viviendo transforme no solo el mercado laboral, sino el punto de vista de las personas sobre lo que pueden hacer con su vida y que efectivamente hay otros modos de vivir y ganarse la vida.
    Saludos

    1. María Luisa Moreno Cobián dice:

      Muy buena reflexión, Rafa. La realidad es que antes podíamos escudarnos en un trabajo *mediocre* porque las empresas tenían dinero para permitírselo, ahora no. Es un drama porque hay mucha gente que esperaba poder vivir entre la neblina hasta el momento de jubilarse y ahora se han encontrado en la calle y con un CV complicadísimo de mover.
      Muchísimas gracias por comentar, espero que nos sigamos leyendo!
      Saludos,
      ML

  2. Completamente de acuerdo con exactamente todo!!! Yo he pasado muuucho por estas experiencias y pienso igual. Lo más importante para mí es hacer algo que me motive, que no me cause ansiedad al dormir, que no tenga que contar las horas para terminar la jornada y sobretodo que sea el camino hacia una trayectoria llena de buenos frutos y satisfacción para mí y la empresa. Gracias por compartir tus ideas.

    1. Exacto. No hay que conformarse -pero tampoco obsesionarse si no termina encontrando el Santo Grial-. «Cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas», que decía mi madre, o sea que en cada caso concreto yo recomendaría algo diferente pero si tienes esa inquietud, si sientes esa necesidad, HAY que tratar de llegar a ese trabajo en el que sientas que aportas y que tiene sentido lo que haces.
      Porque ¿por qué siendo la vida tan injustamente corta encima un tercio de ella, que lo pasamos trabajando, tiene que ser para sufrir? debemos intentar que no lo sea, yo lo veo como tú dices.
      Un millón de gracias por pasarte, leer y aportar :o)
      Un abrazo!

  3. Hola Mª Luisa,
    Me gusta mucho tu post. Estoy totalmente de acuerdo. Vives una vez. Es muy triste llegar al final, mirar atrás y ver que no has vivido la vida que querías vivir.
    Seguramente no es fácil. Es posible que no lo consigas. Pero lo que no puedes hacer es NO intentarlo.
    Es tu vida. Tú decides.
    Gracias por la info.

    1. Hay un ejercicio que leí en el libro de Covey de los 7 hábitos q se me ha quedado grabado. Dice: «Imagínate tu funeral. ¿Qué querrías que la gente dijera de ti?» la explicación es mucho más extensa, pero es muy potente, te permite despojarte de todo lo innecesario y quedarte con la esencia misma, con los VALORES que deberían motivar tu vida, con los objetivos que realmente tienes.
      Y es lo que tú dices: no puedes NO intentarlo.
      Un fuerte abrazo!

  4. Me ha gustado la reflexión. Personalmente pienso que hay que aprovechar el momento y tomar esta situación como una oportunidad para redefinirnos, apostar por otras vías, otra formación… no se, hacer algo diferente. Estoy de acuerdo… quedarse en casa dándole vueltas a nuestra mala suerte no conduce a nada. Pienso que es fundamental, tengamos la edad que tengamos, el perder el miedo a los cambios, al apostar poor algo. No hay que olvidar que muchas veces el miedo se nos inculca desde todos los estamentos, y mucho más ahora… no hay más que encender un telediario. Creo que es fundamental, en la medida de lo posible y siempre que se pueda, vencer los miedos, tirarse a la piscina y lo que haga falta.

    1. Muchísimas gracias por pasarte y comentar.
      Estoy de acuerdo contigo, y aún diría más: el miedo se nos inculca empezando por el entorno familiar, con esa sobre protección y ese deseo por que nuestros hijos vayan «a lo seguro» y no tengan que sufrir, equivocarse, reinventarse ni re-empezar. Alguien dijo que en este país hay que formar en emprendimiento… empezando por las madres y creo que es cierto.
      Espero que este ciclo que ahora estamos empezando a asumir, nos permita madurar en nuestra concepción del trabajo y de la relación con las empresas.
      Un abrazo!!!

    1. Pues… no dejar que te pase! 😀
      Besazos

  5. «Algunos lo tienen muy chungo»
    Y eso que no viste el mío!

  6. ¡Buen artículo María!

    Estoy de acuerdo con lo que comentas y, además, ya hablamos un poco de ello en un artículo tuyo sobre la marca personal. En este país hace falta una mayor cultura de sacrificio y esfuerzo.

    No obstante, añadiría algo más a tu artículo. Un profesional «mediocre» no es sólo alguien que no está donde tiene que estar, sino que también es alguien que está en un puesto laboral importante y, paradójicamente, no aporta tanto valor a una entidad como otros profesionales de escalones laborales inferiores (ocurre mucho cuando se trata de relaciones laborales entre señores mayores de edad y jóvenes que destacan).

    Hay muchos jefes que considero mediocres, porque no saben liderar (no me refiero a sólo dirigir) a su equipo, no quieren adaptarse al entorno (por ejemplo, digital), se creen que saben más que los jóvenes por tener un cargo mayor (especialmente cuando les hablan de estrategia o nuevas tecnologías), etc. Son los que mucha gente llama como «jefes tóxicos» y son incluso peores que los profesionales mediocres sin aspiración a nada en la vida.

    La envidia (la que no es sana) también es una forma de mediocridad, ya que es un reflejo de inferioridad ante otras personas y puede ser muy perjudicial para otras personas. Incluso puede derivar en el peligroso «mobbing laboral».

    Imagino que ya sabrás todo esto, pero te lo comento por si acaso. He visto muchas personas afectadas por estas situaciones tan injustas.

    ¡Saludos y buen finde María!

    1. Por supuesto, zombies en la organización los hay a todos los niveles. Y no vamos a meternos con las empresas públicas o semi-públicas, que nos echamos a llorar.
      Un efecto que yo he visto a menudo es el de buenísimos técnicos que son promocionados a puestos de gestión… y se los cargan. Esa persona estaba feliz de ser súper considerada en su puesto, se sentía pleno y satisfecho por ser la persona de referencia, el profesional más valorado, por haber encontrado el hueco donde realmente aportaba aprovechando sus habilidades y capacidades.
      Craso error de las políticas internas. El encaje del empleado en el puesto es la clave de la organización. Ahí es donde hay que trabajar. La revolución de los RRHH corporativos debería ser esa: ni los salarios, ni los beneficios sociales deberian ir por puestos, por categorías sino por aportación al puesto de trabajo.
      Revolución! 😀
      Mil gracias por pasarte y aportar

  7. Buen artículo… Te olvidas de comentar que la gran parte de esos profesionales mediocres que prefieren la infelicidad a la incertidumbre lo hacen porque «tienen mucha antigüedad y no pueden cambiarse de trabajo así como así».

    Me parece que es uno de los mayores problemas de la legislación laboral. Me considero de izquierdas y defiendo a muerte todo lo que sean beneficios sociales públicos, pero creo que el coste de despido en este país es excesivamente alto y provoca muchas situaciones como las que citas.

    Personalmente, me gustaría pensar siempre que una empresa me quiere tener en sus filas porque valgo para ello y porque tengo mucho que aportar. Pensar que mi empresa no me quiere pero no me echa porque cuesta mucho despedirme me generaría una insatisfacción enorme. Y conozco montones de casos así.

    1. Amén. No hay más que decir, has dado en el clavo!!

  8. Efectivamente hay muchos «presentistas» en el puesto de trabajo. Lo que no se dan cuenta es que va en detrimento de ellos mismos.

    Gran post, gracias.

    1. Es una pena aquellos que empezaron con ganas e ilusión y se han convertido en zombies en el trabajo. Es una pena que, hasta que la vida no nos da una patada en «el mismísimo», no despertamos del coma.
      Está todo muy mal, sí pero ¿tienen derecho el país, la economía, los ratings, el mercado inmobiliario, el 11S, etc. a decidir que no podemos demostrarnos a nosotros mismos lo que somos capaces de hacer, dónde somos capaces de llegar?

  9. Por cierto, la lectura positiva que hago de este post es que parece que al menos hay un sector de estos profesionales que son perfectamente recuperables para la causa…! change is possible!

  10. ¡Pero qué bien escribes y sobre todo, cuánta razón llevas! desde luego, hay mucho miedo al cambio, a la incertidumbre. Yo añadiría que, desde «arriba», se toman muchas molestias en lanzarnos mensajes que además refuerzan esta forma de pensar y lo peor, nos los comemos y no pedimos un segundo plato para probar otras opciones y claro, nos falta esa valentía necesaria para emprender. Eso sí, como dices, hay casos y casos, que también hay situaciones bastante dramáticas, pero por lo general sí hay miedo a la incertidumbre y a dar el paso…

    1. Totalmente de acuerdo. En algún sitio leí/escuché que en este país debíamos empezar por dar nociones de emprendimiento a… las madres ;).
      Pensamos que lo más importante es estar «seguros», lo cual a corto plazo puede que tenga sentido pero… y el largo plazo? y sentir que hemos logrado algo, que hemos conseguido ser mejores por retarnos, por no quedarnos amarrados en el puerto?
      🙂

  11. Qué razon tienes¡ Y puedo afirmarlo porque conozco parte de la situación. Yo he disfrutado de mi trabajo muchos años y he sido una excelente profesional. Y sin embargo el despido (por traslado de actividad a US) me da la oportunidad de renovarme, de buscar otras vias, de aprender en otros campos. Y es posible que seguir más años en el mismo puesto me hubiera transformado en uno de los zombis que mencionas¡ afortunadamente no me ha dado tiempo 🙂 Voy a lanzarme esta nueva etapa con toda la ilusión del mundo y sí, voy a usar tu libro como ayuda¡¡¡¡¡

    1. Esa es la actitud! y ¿de qué sirve tener otra?
      Me alegro mucho que lo veas así, Carmen, ya me contarás qué tal van las cosas.
      Un fuerte abrazo, y: Fuerza y Valor!

  12. Enhorabuena por el post, como siempre. No había entrado desde la renovación y ha quedado genial.
    Enhorabuena!

    1. Cómo me alegro! aún quedan detalles por arreglar, pero como cualqueir casa, nunca se acaba del todo! 🙂
      Espero seguirte viendo por aquí! Un abrazo

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