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Ser perfeccionista no es necesariamente bueno

Viñeta de Brot

 

Tal vez ha sido casualidad que me haya topado con un número especialmente alto de candidatos que dicen esto de sí mismos (¿casualidad? Grissom diría que las casualidades no existen, ya sabéis! ;D), pero sea como sea, necesito haceros llegar este aviso por si os encontráis a punto de decir esto de vosotros mismos en la próxima entrevista o en vuestro Currículum:

 

Ser perfeccionista (o decirlo) no es necesariamente bueno.

 

A priori, parece una buena idea, pero si el reclutador se ha topado con gente realmente perfeccionista a lo largo de su carrera, puede que no guarde el mejor recuerdo de esta persona (incluso sin llegar al perfeccionismo obsesivo, que puede ser una patología).

Un perfeccionista puede convertirse en un cuello de botella.

A menudo se tiran el doble de tiempo para hacer cualquier cosa porque tienen que asegurarse que cada pequeño detalle es perfecto. Esto puede ser un valor añadido para ciertos trabajos, pero para cualquiera que trabaje en equipo, de cuyo trabajo dependa que los demás puedan hacer el suyo, o que tenga que seguir un ritmo de trabajo alto…probablemente no lo será.

Un perfeccionista puede simplemente no aceptar cometer un error, lo cual no sólo le hace tardar más en terminar su trabajo, sino que además se revisará a sí mismo una y otra vez y probablemente además no acepte naaaaaada bien las críticas. O tras ese perfeccionismo se puede esconder una profunda inseguridad en su propia capacidad, lo que puede provocarle bloqueos completos: si no hacen nada, no pueden fallar, por tanto procrastinan todo lo posible.

[Para todo hay excepciones, gracias a Dios, y evidentemente hay puestos de trabajo concretos o sectores específicos donde el perfeccionismo es el valor añadido: trabajos de laboratorio, de investigación…].

Francamente, siendo alguien que ha gestionado equipos de trabajo y que ha seleccionado a gente, creo que el afán por hacer bien las cosas unido a la flexibilidad es lo que mejor funciona. El perfeccionismo es rígido y a menudo intolerante, establece objetivos de excelencia pero tan centrados en la consecución, que no suele aprender de la experiencia.

Y en un momento en que los mercados cambian tan rápido, trabajamos a ritmos vertiginosos y en situaciones ambiguas y complicadas, es probable que un reclutador prefiera antes a un candidato *adaptable* que a uno *perfeccionista*, a uno capaz de aprender de los errores que a quien no se los permite.

Aunque…:

«La gente que se llama a sí misma «perfeccionista» casi nunca lo es en realidad, mientras que los verdaderos perfeccionistas nunca andan por ahí diciéndolo«. Stephen J. Dubner

Si ya lo decía siempre mi madre (que son las que lo saben todo): «Lo mejor es enemigo de lo bueno…» 😉

¿Qué pensáis?

 

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16 comentarios

  1. Y yo que estaba tan convencida que nombrar el perfeccionismo como una fortaleza era lo mejor que podira elegir, ahora si me he llevado una sorpresa, que arma de doble filo.

  2. Hola, el tema del perfeccionismo es muy socorrido para responder la tíiipica pregunta de «dime tres virtudes y tres defectos». Creo que quien más quien menos hemos respondido eso alguna vez. Ahora veo que quizás para según que puestos no sea muy recomendable, aunque sí que puede serlo para alguien que tenga que trabajar muy al detalle, por ejemplo un contable.
    De todas formas, por más que me estudio la pregunta para decir algo diferente siempre acabo dudando de mis respuestas, todos los defectos me parecen taaan malinterpretables…los vistas como los vistas.

    1. Efectivamente!: si es que lo que no tiene ningún sentido es que se siga haciendo esa pregunta!!!!! a ver ¿quién en su sano juicio piensa que un candidato que QUIERE ese puesto va a ser honesto respondiendo?
      Lo que pasa es que hoy en día cualquiera se dedica a selección, aunque no siempre con un componente de intuición, de sentido común, de flexibilidad y adaptabilidad – ni los candidatos ni los puestos son iguales, ¿a dónde lleva hacer siempre las mismas preguntas?.
      Un millón de gracias por pasarte y comentar, Verónica!

  3. Hola María Luisa,
    Pienso que el exceso de perfección conduce a la improductividad. En consultoría de proyectos yo siempre digo que es mejor entregar un informe a un cliente en tiempo que por hacer filigranas lleves un retraso y encima pierdes credibilidad ante el cliente al no cumplir tus compromisos. Cuando digo hacer filigranas son cosas del estilo: pongo este color en lugar de este otro, esta foto, etc… El cliente lo que quiere es un diagnóstico de su organización, unas propuestas de mejora, y el posible impacto de cada uno de esas propuesta. En definitiva quiere tener una foto de su organización y que le recomiendas hacer para la mejora de la misma.
    Besos y feliz miércoles

    1. O bien la filigrana la hacemos más para satisfacer nuestro propio ego (¡pero qué bien hago las presentaciones y que bonico me queda todo!), procrastinamos y perdemos el objetivo final, o es que hemos equivocado nuestra profesión: si tanto nos gusta la filigrana, hagámonos filigraneros!! 😀
      Lo digo con conocimiento de causa porque yo soy de las puñeteritas en las presentaciones!!! (jeje, ya has visto alguna mía), por eso veo clarísimo lo que dices… 🙂
      Besazos

  4. María, totalmente de acuerdo … cuando preguntas a los candidatos, ¿ Qué mejorarías de tu manera de trabajar? o ¿ sugerencias de mejora? siempre hay dos contestaciones de manual:
    1/ Perfeccionista
    2/ Cabezota

    Por muy cierto que pueda ser, me encantaría escuchar otros motivos. Todavía no he conocido a nadie que me haya sorprendido positivamente … así que, mensaje para todos los candidatos, innovar en la contestación aunque la pregunta sea poco original 🙂

    Un abrazo enorme y como siempre, te sigo!!!

    1. Ains, qué sintonía tenemos 🙂
      Pues nada, al próximo, le mandas para acá y le doy una sesioncita de asesoramiento 😉 jijiji!!
      Besazos!

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