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A vueltas con el no…

Una de las cosas que más me cuesta es decir que no. Y no es que sea tan buena persona que no quiera defraudar a los demás, más bien es todo lo contrario: no quiero que los demás se sientan defraudados por mí. Parece lo mismo pero no es igual: creo que es más por vanidad, por ganas de ser aceptada y querida.

Y no sólo es con mi familia y amigos, en mi entorno profesional me pasa lo mismo. Decir que no a una propuesta, a una idea, a una petición defraudará a la persona que tengo delante, o pensará menos de mí, o me hará parecer débil o incompetente. Caray con la dichosa educación, se le queda a uno metida en el cerebelo y lo que cuesta desaprender lo aprendido.

Hasta que un día te das cuenta del flaco favor que te estás haciendo. Resulta que hay momentos que la vida te sobrepasa, que no llegas a nada, que te sientes frustrado y notas que crece un cierto resentimiento hacia las personas que te están *cargando* de peticiones, expectativas, intereses.

Ojo! No estoy hablando de hacer un favor, de salirte del camino para echar una mano a alguien, de estar pendiente de lo que necesite un amigo o tu primo… no hablo de dejar de ser buenas personas y ayudar a los demás generosa y desinteresadamente lo más posible. Eso nunca hay que dejar de hacerlo. La diferencia a menudo no es sencilla, pero ciertamente por encima de todo está la generosidad, humanidad, el cariño, el compañerismo… el ser buenas personas.

Pero como a la vez hay que ganarse un sueldo, hay temas en los que debemos discriminar. Quien tiene un trabajo por cuenta ajena, le pasará a menudo que los demás “tiren” de aquello a lo que se dedica. Como estés en el departamento financiero de una empresa y sepas de fiscalidad, todos tus amigos, amigos de tus amigos y conocidos te van a pedir que les hagas la renta, el IVA, les contestes sus consultas y de cuanto hay. Y así sucesivamente. Y sólo porque puedas hacer algo no significa que debas.

Y cuando es algo altruista, al menos tienes una excusa y te pesa menos decir que no. Pero ¿qué hacemos los autónomos? ¿Qué haces cuando, por una parte, te estás dando a conocer y piensas que hacer cosas “by the patilla” a algunas personas/clientes ayudará a crearte una reputación y a que te conozcan? ¿Qué haces cuando te proponen que te involucres en proyectos que tienen *más o menos* que ver con “lo tuyo”, que pagan más o menos (más bien menos) pero que no te apetecen, no te convencen, no son tu fuerte, no están en tu estrategia, vas a tener que dedicarles mogollón de horas para quedar lo mejor posible?

Ya avisó Andrés de los problemas que esto puede acarrear!

Y el caso es que últimamente he estado pensando mucho en esto. Hay varias razones por las que creo que quienes tenemos “el complejo del Sí”, nos vemos enredados en nuestra propia incapacidad de hablar claro y poner nuestro interés encima de la mesa cuando es necesario.

Una de las razones es no conocerse.

Si no sabes cuál es tu fuerte, qué es lo que mejor les puedes aportar a los demás, qué es lo que realmente te llena, te gusta hacer y haces mejor que otros, vas dando palos de ciego y por ende, vas diciendo que sí a todo porque no tienes un criterio para discriminar.

Quien tiene esa falta de autoconocimiento, además le suele pasar que se dedica a la profesión que el azar o las circunstancias les hayan puesto delante. No neguemos que la carrera que decidimos a los 18 años, que dependía por una parte de la nota que hubiéramos logrado *mientras pensábamos en el mar y los peces* durante nuestra adolescencia, por otra parte de lo que nuestros padres o abuelos esperaran de nosotros, de lo que en su momento se dijera que “tiene más salidas”, de lo que se fuera a dedicar nuestra mejor amiga –que probablemente era lo que a su vez sus padres querían que ella hiciera…- tiene muy pocas posibilidades de que luego coincida con lo que, pasados los años, una vez que te pones a trabajar, realmente te guste, encaje con tus fortalezas, con tu desarrollo y con tu valor añadido. ¿Hay casos? Sí. ¿Todos? Ni de lejos. Más bien no muchos.

Y como nos dedicamos a algo que en realidad no es fruto de una decisión basada en lo que nos conocemos, en nuestros objetivos vitales, en nuestro desarrollo como personas, en nuestros intereses… de nuevo, damos palos de ciego. De nuevo, no sabemos hacia dónde nos dirigimos, dejamos que nos lleve la corriente. Y de nuevo no tenemos criterio para decir que no.

Pero también los que hemos llegado a encontrar nuestro «sitio», nuestro Santo Grial y estamos luchando para, encima, vivir de ello, también nos topamos con innumerables dificultades a la hora de decidir por qué opciones decantarnos, cuándo decir que sí y cuándo no, porque al principio debemos decir muchos “síes” a un montón de cosas para descubrir y establecer las metas, pero después debemos decir “no” a un montón incluso mayor de cosas para concentrarnos en cumplir esas metas.

Otra razón es por debilidad.

Por corte. Porque nos pillan “de atrás para adelante” y nos sale el SÍ como si lo estuviera diciendo otro en vez de nosotros. Si hacemos el análisis transaccional de nuestra relación con los demás, seguro que somos de los que constantemente nos ponemos en el papel de niño y a los demás les vemos como adultos – incapacitándonos para hacer valer nuestra voluntad propia y decir no. Aunque queramos.

Está la de la necesidad (económica).

La necesidad real – no la que creemos que necesitamos porque en realidad nos negamos o no somos capaces de ver el “big picture”, por estar encerrados en nuestro pequeño mundo. El SÍ atragantado, apretando los dientes, que se dice porque realmente no tienes más opción, porque lo necesitas, en este no entro porque es diferente.

Extendidísimo es el sí constante que surge de la necesidad de cariño y aceptación.

No sólo en nuestro entorno familiar y de amistad queremos ser queridos, ser apreciados, ser aceptados. Lo queremos y lo necesitamos en todos los entornos. En el trabajo buscamos gustar a los demás. De hecho, es un handicap de muchos mandos: no son capaces de enfrentarse, de decir que no, de llevar la contraria, de pedir que se haga algo impopular, para no dejar de ser queridos y apreciados por sus equipos.

El problema es que la suma de tantos síes termina por desbordarnos.

Vamos arrastrando compromisos que no deberíamos haber asumido, favores abusivos que nos tienen acordándonos de todo el árbol genealógico de quien nos los pide. Nos sentimos resentidos hacia a la gente que nos pone en la tesitura de pasar el mal rato, de tener que hacer algo que ni queremos, ni nos encaja ni nos apetece sólo por no enfrentarnos, por no llevarles la contraria, por no “dejar de gustarles”.

¿Cómo se soluciona esto? en muchos cursos yo he dado la fórmula: la asertividad. Ser capaz de hacer valer tu razón, tus derechos, tu punto de vista sin ofender ni pasar por encima de los derechos del otro. La teoría me la sé de a A a la Z. ¿Entonces por qué empiezo diciendo que es algo que me pasa si me sé tan bien la teoría?

Pues porque sólo un 30% de lo que te enseñan se interioriza, y hasta que no pones ese conocimiento en la práctica, hasta que no lo aprendes por ti mismo, es como si te peinas con un lazo pero te dejas los churretes de chocolate en la cara ;). Queda bonito saberse la teoría, pero no es suficiente en la práctica.

A decir NO se aprende. Pero bien. No hablo de un NO aleatorio, caprichoso, voluble. Hablo de un NO basado en el autoconocimiento, y por tanto, basado en saber si eres la persona adecuada para hacer algo. Hablo de un NO cuando la relación no es ecuánime, cuando no ganan ambas partes en ella. Hablo de un NO desde la confianza en uno mismo, desde la tranquilidad de saber que no se puede gustar a todos – pero que la autenticidad y el sentido común no espantan a quien vale la pena.

No podemos cambiarnos por completo de la noche a la mañana, pero podemos decidir dar el primer paso. Tenemos todo el derecho a ser felices, pero nos toca a cada uno de nosotros ejercer ese derecho, y buscarlo en el lugar correcto de la manera adecuada. Si esto siginifca que tenemos que aprender a decir algún no, si tenemos que aligerar un poco la mochila para hacer hueco para nuestros objetivos… pensemos, sopesemos, valoremos y saquemos el coraje para hacerlo. ¿Vale?

Pues fuerza y valor!!!

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21 comentarios

  1. Maria, eres atomica.
    Tengo 40 años, un monton de experiencia en rrhh, mucha teoria, autonoma, y viviendo el mismo proceso que tu. Todavia aprendiendo a que se puede decir NO y que no pasa nada, que no se abre un agujero y cae el suelo. Intentando » vender» y trabajar solo aquello en lo que me siento fuerte mientras desde fuera te señalan pensando que eres poco inteligente por no ofrecer mas servicios…y tu gremlin interior boicoteandote diciendote que tienes que ganar pasta…no puedo estar mas de acuerdo con tu post y como lo ves y lo vives. Gracias por decidirte a tener este superblog!

  2. Enhorabuena por el post, muy acertado y completo. Creo que lo de las dificultades con el «No» es una constante en las personas que tenemos una orientación / vocación a ayudar a los demás e intentar facilitar la vida de la gente. Tenemos esa extraña (y errónea)creencia por la que resulta incompatible la negativa con el ofrecimiento de apoyo.

    Me he sentido totalmente identificado ¡Qué difícil es decir no!

    Felicidades!

  3. me encantan los razonamientos y la exposición en general, sencillamente magistral y coincido al 100% en la necesidad de autoconocerse, ejercicio no muy usado, y eso que a muchos les sobra tiempo

  4. Acabo de descubrir por casualidad tu blog a través de este post y me ha encantado, creo que son muy buenos consejos tanto para los que buscan empleo como para los que como yo, buscamos mejorar nuestras habilidades sociales, tan importantes pero tan olvidadas en la educación de nuestros niños.
    Enhorabuena por tan buen trabajo, sigue así!!!!

  5. Genial como siempre!

    Me quedo con estas palabras: «A decir NO se aprende. Un NO basado en el autoconocimiento. Un NO cuando la relación no es ecuánime»

    Ese «NO» bien explicado debe ser entendido y si no es así, no debería importarnos, porque entonces seguiremos en metidos en es maldito bucle 🙁

    Como siempre aprendiendo contigo!
    Muack!

  6. Como siempre genial tu propuesta, efectivamente no podemos cambiar de la noche a la mañana, esto es una cuestión de hábitos y disciplina, poco a poco.
    Saludos.

  7. Ángel Menéndez González-Palenzuela dice:

    Me cuesta mucho decir «No». Creo que la última vez fue cuando me preguntaron si la cerveza era sin alcohol.

  8. Cuando dominas el noble arte de la negativa selecta, la que no provoca dudas y no causa resquemores, has avanzado un peldaño en este juego de la vida. Siempre habrá que agachar la cabeza, de cuando en cuando, pero que no suponga nunca una derrota, una claudicación de la moral personal.

    Excelente post, felicidades por el desarrollo.

    http://casaquerida.com/2011/09/19/impertinencia-lactea/

  9. Para este post me vas a tener que dar un curso intensivo particular, me temo…. ML, como siempre, es un gusto leerte. Itziar 🙂

  10. Me ha encantado tu post… tocas varias perspectivas del NO. Si me lo permites, hablé sobre una de ellas, que tu tocas al principio, aquí http://www.davidsoler.es/mi-tiempo-tambien-tiene-un-precio/

    Pero volviendo al alcance global de tu post, me siento super identificado con el no saber decir NO por el miedo a perder una oportunidad o quedar como que «no puedes». Pero ultimamente he ido consiguiendo decir no a algunas cosas y ¿sabes qué? realmente me siento mucho mejor. Así que animo a todo el mundo a centrarse claramente en: su posicionamiento, hacer aquello que saben hacer, primar la calidad frente a la cantidad, saber identificar lo que traerá beneficios futuros y lo que no y a no tener miedo a «perder» algo….

    Gracias por este excelente post.

  11. Maria Luisa, no veas como me alegra este post. Aunque algunos puedan pensar que vaya par de bordes estamos hechos.
    Esto que comentas es una de las cosas que más me está costando aplicar. Pero entre lo perezoso que soy y las interrupciones continuas (online y offline) de las personas que piensan que vivimos del aire, el tiempo pasa y no avanzamos. Y uno ya no tiene 21 años.
    Este año voy a centrarme en ir al negocio. Y eso implica también dejarse de muchas de las tontás dospuntocero que nos absorben.
    Creo que una vez que tienes claro «para quién trabajas», lo demás es mucho más sencillo.
    Ya te iré como va la cosa.
    Un abrazo y mucho ánimo.

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